Imágenes de un paseo por "Caudilla, un pueblo abandonado"


Tu mayor fortaleza reside en saber mirar las ruinas del pasado, sabiendo que con ello, aprendiste a cimentar tus logros del presente.




Hoy pasearemos por Caudilla, un pueblo abandonado como tantos que salpican nuestra geografía.



No dejes que el agua de tu fuente deje de brotar. A veces, no basta solo con tener Fe, es necesaria la dedicación para llenar los canales que hacen florecer tus proyectos.






Un pequeño pueblo rodeado de tierras de labor, en el que el paso de los años y el abandono de sus casas, ha creado un fantasma en tierra de nadie.


Mirando al más allá desde mi remanso familiar, busco el consejo de los que me faltan, tiernas palabras que me consuelen y señales qué iluminen mi camino.






Pocas construcciones quedan en pie. Entre ellas, la iglesia de Santa María de los Reyes. Éste templo data de los siglos XV-XVII, pero su culto cesó hace más de tres décadas. Su interior, se encuentra en lamentables condiciones, por el desgaste del tiempo y los destrozos ocasionados por gentes de dudosa ética.


El guardián de tu morada muestra lealtad cuando tu palabra es obra  y tus actos lo demuestran.






Esta iglesia contenía los enterramientos de Fernando de Ribadeneyra (primer fundador de esta casa) y de su mujer.


La Fe perdida solo es restaurada cuando, adentrándote en la lejanía, observas la dirección por la que transitaron tus pasos.





Hogares deshabitados y retazos de viejas historias impregnan los muros de estas casas sin alma, abandonadas por sus huéspedes, para encontrar una mejor vida.


Quizás el fuego interior consuma tu alma, pero más vale ser luz que guía, a oscuridad eterna...





Pocos son los habitantes esporádicos de este pueblo. Herederos de tierras y solares, que aún se resisten a abandonar las mieles de sus antepasados.


 No permitas que nadie enturbie tu Luz. Brilla aunque nadie lo entienda. Brilla, aunque los egos ajenos quieran enterrarte. Brilla, porque nadie es feliz si sus ojos no reflejan su ilusión.







En su única calle, conviven antiguas ruinas, junto con algún huerto escondido de miradas extrañas y una casa de "fin de semana", que aguanta estoicamente las punzadas del abandono.


Cuando encierras tus sueños para satisfacer a otros, tu cielo se oscurece, mientras los demás, vuelan a tu alrededor esperando la carroña.






El pequeño pueblo es atravesado por una carretera con dirección a las poblaciones de Novés  y Val de Santo Domingo, pueblo al que pertenece administrativamente Caudilla.



No todo el mundo bebe del manantial de la sabiduría. Unos porque sucumben a extraños néctares y otros porque prefieren no entender.






En sus construcciones, aún brillando la ruina, se puede observar el tipo de vida qué tuvieron estas gentes, humildes y volcados en la labranza.


Cuando te abres a la vida, dejas tras de ti, sombras y desesperanzas. Así como la serpiente  cambia su piel, nosotros renacemos de nuestros tormentos.







Entrar en estas casas y observar sus estancias te traslada a los hogares de antaño, cuando observabas el fuego junto a tus abuelos, mientras contaban historias de su niñez o sus jornadas de caza.


Viejas glorias del pasado, observan tu caminar despreocupado. Brillando a tu paso para demostrarte, que todos bailamos bajo el mismo cielo.







El Castillo de Caudilla nos saluda desde su desesperanza. Construido en el siglo XV por Don Pedro de Rivadeneyra, mariscal de Castilla, grita desde el silencio su derrota ante los vientos.



Sentirte cobijado por aquellos que te aman, eleva tu fortaleza por encima de los que te desprecian.






Este bastión, fue fiel al Rey de Toledo Juan II y llegó a enfrentarse al ejército de Don Alvaro de Luna. Más tarde, desde este mismo castillo, partió Enrique IV para someter a la ciudad de Toledo, partidaria del infante Don Alfonso.



Solo el guía de tus pasos sabe donde acaba el camino...







Poco queda de ésta aguerrida fortaleza, cuya fachada se vino abajo tras unos fuertes vientos en 1.999.
No queda ya en ella el escudo de armas de los Rivadeneyra (Cruz con cinco conchas sobre ondas) tan solo la torre bajo la vigilancia de Jesús.



Solo en la lejanía y en el silencio, volvemos a sentirnos pequeños, desprotegidos y con necesidad de creer.







El silencio y la nostalgia impregnan este perdido lugar, en el que el blandir de espadas y la altivez de sus murallas ya son parte de la historia del antiguo Reino de Toledo.


Diego de Brosy




#diegodebrosy









 

Comentarios

  1. Cuanta historia tumbada por el paso del tiempo y la lejanía de los que se fueron buscando algo mejor. Es triste tanta soledad

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    1. Cierto es, Tinta en las olas, muchos pueblos sucumben al abandono por no tener semillas para florecer. Dar luz a estos pueblos con imágenes y reflexiones los reviven en medios de difusión aunque sea por unos momentos, pudiendo llegar a los ojos de sus antiguos moradores y así rememorar antiguas vivencias. Muchas gracias por tu comentario. Un cordial saludo.

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    2. Gracias por tan lindas palabras. Que llegan al alma. Saludos desde cataluña

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  2. Gracias a ti por pasar por aquí y regar mi inspiración. Un cordial saludo 👋🏻.

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