Imágenes de un paseo por "El castillo de Barcience"



El castillo de Barcience fue propiedad del Conde de Cifuentes, Juan De Silva y Meneses (Toledo 1399-1464) noble cortesano castellano y alférez mayor de Castilla. Proclamado Conde de Cifuentes por la merced del rey Juan II de Toledo el 23 de Febrero de 1456 juntó con la Villa del mismo nombre y sus tierras.











Comenzamos este pequeño paseo en la falda  de la colina que corona el castillo. El silencio se hace latente en el entorno, solo distraído por el canto de algún pájaro cercano. El olor a pinar inunda nuestros sentidos y la magia de imaginar los días en que Toledo era la Ciudad Imperial, capital de un reino, se intuye según avanzamos por el estrecho camino.




Un pequeño vergel en la comarca de Torrijos es ésta colina, no sus alrededores ni el mismo pueblo en el que tanto el Sol como el frío en su época, caen a plomo sobre esta tierra.





Bellos atardeceres se filtran entre estos árboles marcando el camino que tan noble uso hizo su Conde. Colores rojizos y malvas en el ocaso del día, embelesan las murallas del galante bastión medieval, rojizos como las hogueras que sus antiguos moradores avivaban para templar la dura noche castellana.






Tan duras y secas que tumban gigantes de largos brazos  como éste vencido pino que yace sin alma en tan aclamado vergel.





El sendero es una suave subida constante en el que el brillo del sol entre las ramas y la agradable marea que abanica el viento, hace que el cansancio no aparezca hasta atisbar la noble fortaleza.






Pequeños rincones se esconden entre las rutas que el agua dibuja en su bajada lluviosa, invitándonos a reposar  antes de dirigir nuestra mirada a la empinada cuesta que da acceso al castillo.






Valientes constructores aquellos que elevaron ésta mole medieval sobre el cerro denominado "del caserío".Un lugar emblemático en la zona desde el cual se pueden divisar las poblaciones cercanas.





Cuantas grandes historias narrarían estos gruesos muros de tener voz. Y en verdad las cuentan, a través de sus grietas, de sus adornos y relieves y del soplido de los vientos que son testigos de nuestras vidas...





Y ahí está inmóvil, erguido y rampante el león señorial. Testigo  también de los siglos desde que fue ordenado construir por su amo el Conde de Cifuentes. El emblema de la Casa De Silva, león rampante  sobre campo de plata.






Cuantos atardeceres fueron testigos de esperas, alegrías e infortunios, de largos ocasos ante tan aristocrático ventanal. Inés de Ribera, primera esposa del Conde, y también  su segunda esposa, Doña Leonor de Acuña, madre de Alonso De Silva, el que fuera II Conde de Cifuentes disfrutarían agazapadas ante la miscelánea de colores que allí se reúnen al morir el día.







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El acceso desde el patio de armas a la torre del homenaje, lugar custodiado por el león, domina el alba de los días y su altura es la mayor del conjunto..







Observar desde arriba el camino andado da perspectiva a tus inquietudes...




Cuantas noches en vela vigilando en las alturas para salvaguardar la vida de los amos del castillo. Desde ésta atalaya podían anticipar las revueltas de los vientos que tapaban posibles encapuchados ávidos de algún sustento que aliviara su pena o su sinrazón.






La muralla sur es sin lugar a dudas la zona más inexpugnable del castillo. Enfrentada a una bajada profunda por la que los enemigos de lo ajeno o mensajeros con relatos de muerte eran observados en su sufrida escalada.





Desde dicha fachada, la vista se alargaba varias jornadas a caballo y esto dificultaba los ataques por sorpresa.





Damos media vuelta y dejamos la gloria del león rampante tras nuestros apresurados pasos en la bajada. La orgullosa mole nos despide como antaño, señorial y altiva tras el paso de los siglos y aunque ya con partes en ruina, su esplendor sigue brillando desde tan magnifico cerro.





El manto boscoso empieza a cubrir su rostro como si quisiera desaparecer de la mirada de turistas y curiosos, como si solo quisiera aparecerse a los elegidos, a los nobles, rectos y sabios que saben respetar la historia en la que se encumbra.






Quizás el amor que escondieron estos muros no nos sea revelado a esta generación. Quizás no merezcamos conocer más de ésta historia. Solo los románticos y soñadores podemos imaginar tan bella imagen en nuestros corazones y caminar con con una sonrisa cada vez que vayamos a encontrarnos de nuevo con aquellos gruesos muros.







 Quizás el guardián de Barcience espera otra vez su momento, en el que brillar de nuevo con todo su esplendor y darnos una lección de historia como nunca jamas hayamos escuchado...
 


Diego de Brosy


#diegodebrosy
#castillodebarcience

Comentarios

  1. Respuestas
    1. Cierto. Y lo hermoso es que estamos rodeados de ellas y disfrutar de su historia y de dar fantásticos paseos para descubrirlas. Gracias por tu comentario. Un saludo 👋

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  2. Un hermoso recorrido, cada rincón tiene una historia.

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    1. Al final, todos los rincones son bellos. La paz que te transmiten te transporta y te inspira para seguir descubriéndolos y conocer su historia. Me alegra que disfrutaras con este pequeño paseo. Gracias por dejar tu comentario O.F. González. Un cordial saludo.

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  3. Me encanta conocer la historia de cada rincón. Que ricos somos

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    1. La verdad que si. A los que nos gusta la historia y descubrir sitios, encontramos una inspiración inagotable en la cantidad de sitios que aún nos quedan por conocer.
      Gracias por tu comentario. Un saludo.

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  4. Gracias por éste pequeño paseo entre los muros de la historia.

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    1. Gracias a ti por tu comentario. Nuestra historia es impresionante y, disfrutar con estas moles del medievo agita tu imaginación transportándonos a fantásticos lugares. Un cordial saludo.

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